Asesoría Fiscal

Tristemente es cierto. 

Muchas asesorías fiscales descuidan al cliente y les hacen pagar las consecuencias de sus malas prácticas en dinero y problemas legales.

¿Por qué ocurre esto? ¿Qué hace que una persona cualquiera sufra estas consecuencias?

La respuesta es la falta de conocimiento.

Después de leer esto, nadie te va a dar gato por liebre.

¿Qué NO es un asesor fiscal? 

A diferencia de lo que muchos creen, un asesor fiscal no es aquella persona que pulsa 4 teclas para hacerte la renta y encima te cobra por ello.

Eso simplemente es alguien que hace mal su trabajo y que te hace pagar a ti por su falta de profesionalidad. 

Esta clase de asesorías no se comunican contigo, dejan todas tus responsabilidades tributarias para el último momento y, además, cuando los llamas poniéndoles las pilas, contestan cosas como: 

“Es que se nos pasó decírtelo”, “Todavía hay tiempo para hacerte el trámite, eso nada”, “!Ah! Ese trámite hay que hacerlo, te iba a avisar (justo cuando el plazo está a punto de cerrar).”

No tiene ni pies ni cabeza.

¿Tienes que hacer el trabajo de tu asesor o asesora? 

Rotundamente no.

Para recibir un asesoramiento como ese, no pagues.

Entonces… ¿Qué hace un verdadero asesor fiscal? 

Pues lo primero y más importante que hace es hablar contigo, asesorarte.

Esto no tiene que ver con tomarte el pelo ni mucho menos.

Ten claro que:

A grandes rasgos, si el servicio que contratas solo gestiona tus trámites es una gestoría y si, además de eso, te aconseja e informa, es una asesoría.

Por eso, antes de plantearte contratar uno u otra, pregúntate:

¿A mí me interesa este servicio? ¿Quiero contratar solo la gestión de mis trámites o pagar por alguien que además de tramitar, me informa sobre mi situación y me hace sacarle partido?

Al decidirte por uno de estos servicios vas a poner tu confianza, dinero y obligaciones tributarias en las manos de otro.

Es increíblemente imprudente y, honestamente, ingenuo, contratar una asesoría fiscal que no sea capaz de comunicarse contigo.

Luego, por negligencias, vienen delitos fiscales y problemas con Hacienda.

Repito.

Las asesorías siempre deben darte tranquilidad, tienen que dejarte claro que estás en buenas manos.

Y esto último ni siquiera es una función, es una obligación.

Recapitulando ¿Qué hace un verdadero asesor fiscal?

  • Te asesora inteligentemente e informa con pelos y señales sobre todo lo que necesitas.
  • Evita que tengas problemas con la ley tributaria, la policía de los impuestos, la armada impositiva o como quieras llamarlo.
  • Alivia tu carga fiscal, también conocido como: “pago lo mínimo en impuestos”.
  • Se encarga de trámites y declara tributos como el IGIC, IVA, la renta (IRPF) y el Impuesto de Sociedades.
  • Le echa un cable a los autónomos que están bastante castigados. En estos casos es bastante útil, ya que, si trabajas por tu cuenta, hace que minimices gastos innecesarios.
  • Y corrige tu contabilidad y planifica estrategias que hacen que tu empresa, aunque esté tupida a impuestos, sufra menos. 

Adicionalmente, también puede ayudarte con otras cuestiones como la cumplimentación de liquidaciones tributarias, la RIC (Reserva para Inversiones en Canarias) o Inspecciones tributarias.

Ahora bien ¿Cómo sé que un asesor fiscal está cualificado?

Esa es una pregunta difícil de contestar. Hay dos motivos:

El primer motivo es que para ser un asesor fiscal no hace falta ningún título. 

El segundo motivo es que, aunque el asesor tenga uno, puede que valga de algo o que solo tenga un papel decorando su despacho.

¿Por qué?

Los impuestos cambian. Las leyes del país también.

Si alguien da un asesoramiento fiscal obviando estos hechos, no solo se condena a sí mismo, condena a sus clientes.

Necesita actualizarse

Si una asesora se ha currado 4 masters y 20 títulos, ole por ella.

Pero si no tiene conocimientos sobre una ley que acaba de cambiar las bases imponibles de los impuestos, mal asunto.

Todo el trabajo que haga sobre el tema va a estar mal hecho, y como consecuencia, tú, el cliente, vas a pagar por ello.

Es una ley universal -> Mucho título + poca actualización = nada.

De todas formas, comprendo que contratar a un profesional con una formación base siempre es motivo de tranquilidad, por ello voy a listarte qué conocimientos necesita un asesor o asesora fiscal.

Principalmente:

  • Debe saberse de cabo a rabo el sistema Tributario Español, incluyendo todas las situaciones y peculiaridades que rodeen al pago y presentación de impuestos. 
  • También conviene que sepa sobre contabilidad. En general, hacer algo en materia fiscal sin tener esta área en regla es imposible o muy difícil. Quizás incluso contraproducente.

Adicionalmente, puede interesarte saber que estas otras titulaciones también son válidas:

  • Licenciatura o grado en administración y dirección de empresas.
  • Licenciatura o grado en empresariales.
  • Licenciatura o grado en derecho.
  • Máster en asesoría de empresas.
  • Máster en derecho financiero y tributario
  • Máster en tributación/asesoría fiscal.

¿Y qué hay de sus responsabilidades? ¿Cuáles son?

El asesor fiscal responde ante 3 tipos de responsabilidades. Si quieres una explicación más técnica lee el primer párrafo, si quieres una más simple y mundana, lee el segundo.

La responsabilidad tributaria: según la legislación tributaria, el asesor es responsable solidariamente de las deudas tributarias que afectan a un cliente suyo al cual le brinda asesoramiento, incluyéndose la sanción.

En claro y plata: si un cliente de un asesor fiscal, durante la relación profesional, comete una infracción tributaria, el asesor debe compartir el pago de la infracción con él.

La responsabilidad penal: si un cliente comete un delito fiscal relativo a la Hacienda Pública para el cual necesita la colaboración indispensable del asesor, este último también es responsable por el crimen.

En claro y plata: si el cliente comete un delito fiscal con Hacienda para el cual necesita sí o sí al asesor fiscal, ambos cometen el delito.

La responsabilidad civil: el asesor fiscal es responsable de todas las consecuencias que su asesoramiento defectuoso le genere al cliente.

En claro y plata: quien la hace, la paga. Si el error es del asesor, este paga las consecuencias.

Concluyendo ¿necesito un asesor fiscal o estoy bien sin uno?

Dependiendo de tus habilidades y conocimientos la respuesta es una u otra. Puede que sepas hacer la renta o que nunca hayas cometido una infracción según la ley tributaria.

Sin embargo, por muchos modelos que sepas rellenar o rentas hacer, hay algo que no cambia: un asesor fiscal te ahorra tiempo, dinero y esfuerzo.

– Si crees que tu tiempo es más valioso que algo de dinero.

– Si quieres más ahorros a fin de mes.

– Si quieres invertir en un asesor para centrarte más en tu negocio.

– Si quieres menos gastos en impuestos y una mejor contabilidad.

– Si quieres olvidarte de los trámites de la Agencia Tributaria en la mayor medida posible.

– Y si quieres emplear menos esfuerzo en tareas que no te dan de comer.

Contratar esta clase de asesoramiento es muy inteligente.

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