De manera general, el outsourcing implica delegar una fase del proceso productivo o un servicio a una entidad externa, especialmente cuando la empresa no cuenta con la especialización o los recursos necesarios para llevar a cabo internamente dicha tarea.
Muchas empresas suelen externalizar ciertos trabajos como una estrategia para reducir costos y focalizarse en sus actividades esenciales. Este enfoque, conocido como «outsourcing», se basa esencialmente en una relación de prestación de servicios.
El contrato de outsourcing, por su parte, representa un acuerdo de prestación de servicios entre empresas, indicando una externalización de procesos. Esta decisión puede deberse a que la empresa contratante carece de ese servicio en su estructura interna o simplemente prefiere no gestionarlo directamente.
Dicho contrato debe detallar las responsabilidades de ambas empresas, especificando el personal que estará involucrado en el servicio y las funciones particulares del servicio externalizado. Esto puede incluir, por ejemplo, servicios como limpieza, protección de datos, cumplimiento normativo, entre otros.
En esencia, se trata de la externalización tradicional que hemos observado durante un largo periodo. Este acuerdo debe abordar la operación en detalle, contemplando aspectos como mantenimiento (si es necesario), desarrollo en caso de proyectos y las condiciones para dar por terminado el contrato. Por lo tanto, se recomienda realizar un análisis previo para evaluar la viabilidad de la externalización.
Aspectos importantes a considerar incluyen la definición de recursos tangibles e intangibles, así como del personal involucrado en la externalización. Este proceso puede ser sencillo en el caso de externalización básica, pero se complica en situaciones que implican procesos técnicamente elaborados, como la creación de software o máquinas virtuales.
Es fundamental tener en cuenta los límites en materia de prevención de riesgos laborales, así como garantizar que ambas empresas hayan llevado a cabo su evaluación previa de prevención para evitar problemas futuros relacionados con accidentes laborales.
La cuestión del pago del servicio también es crucial y debe ser considerada cuidadosamente. Puede tratarse de un precio fijo por adelantado, un pago sucesivo o basado en objetivos, aspectos relevantes para evitar sorpresas económicas.
Es relevante recordar que, salvo disposición en contrario, el contratado actúa con autonomía e independencia, implicando generalmente la ausencia de exclusividad y subordinación, similar al arrendamiento de servicios. Los servicios más demandados suelen incluir áreas como marketing, informática, limpieza, recursos humanos o comunicación.
Determinar si el servicio es presencial o telemático, si requiere supervisión y si se pueden detallar con precisión los servicios prestados son también aspectos importantes. La terminación del contrato debe ser un punto contemplado en el acuerdo.
Es esencial garantizar que la empresa contratada esté al día con los pagos de las cotizaciones de seguridad social y establecer límites laborales necesarios para evitar subrogaciones en caso de demandas por indemnización o impago de salarios.
Por último, es de suma importancia que la empresa que externaliza informe a los trabajadores sobre la identidad de la empresa contratante, y lo comunique tanto a la Seguridad Social como a los representantes de los trabajadores, si los hay.
Como se desprende, los contratos de outsourcing pueden variar en complejidad. En situaciones donde los trabajadores externos pasan una cantidad significativa de tiempo en el centro de trabajo del contratante, es prudente buscar asesoramiento para prevenir complicaciones laborales. Para cualquier duda o aclaración al respecto, no duden en ponerse en contacto con este despacho profesional.
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